Valencia (España) - Valencia es la tercera ciudad más importante de España. A la vera del Mediterráneo, su clima es envidiable, tiene playas de gran calidad y un rico patrimonio cultural del cual forman parte íberos, romanos, árabes y cristianos. Puerto principal de Europa durante la época en la que la Corona de Aragón-España aún no existía como tal- era uno de los reinos más poderosos del mundo, Valencia recibe ahora cada año millones de turistas a mediados del mes de marzo. El porque es bien sencillo: las fallas. La festividad grande de los valencianos, de reconocido interés Turístico Internacional, es en el siglo XXI, seis siglos después de que la ciudad atravesara su siglo de Oro, uno de los mayores atractivos para visitar Valencia.
Bienvenida a la primavera de una manera singular en el mundo
Pero, ¿qué son las fallas? La explicación del desarrollo de la fiesta de las fallas causa siempre confusión y perplejidad en los extranjeros. En las fallas, que se celebran durante los días previos al 19 de marzo, día de San José, cientos de monumentos de cartón-piedra se plantan en las calles de Valencia. Los vecinos, agrupados en 385 comisiones falleras en total, son los que pagan a artistas para construir los monumentos, que han de ser diferentes cada año. Y son diferentes porque, llegado el día 19, se prende fuego a todas las fallas de la ciudad, que se convierte en una gran hoguera.
Las fallas, que remontan su origen al siglo XVIII, se queman por ningún motivo en especial y por muchos en general. Los valencianos son un pueblo alegre, les gusta el ruido, el fuego, el color y celebrarlo todo. Por eso, quizá las fallas son una forma de quemar literalmente lo viejo y recibir nuevas experiencias. O para olvidarse de las cosas malas y avanzar. La explicación más lógica es, sin embargo, decirle adiós al invierno y dar la bienvenida a la primavera.
Dos de los aspectos principales de los monumentos falleros son la crítica y la parodia. En esta festividad se aprovecha para analizar y examinar la actualidad política, social y cultural de España y la región valenciana. Pocos políticos y personajes famosos españoles se libran de verse caricaturizados satíricamente en cartón piedra durante las fallas.
Grandiosidad en espacios pequeños
Una falla de primera categoría - en valenciano, secció oficial - puede llegar a medir unos 30 metros de alto. La más voluminosa de la historia fue la plantada por la comisión de Na Jordana en 2001, aunque durante los últimos años ha sido Nou Campanar la que ha gastado más dinero en sus obras, que llegaron a costar entre 300.000 y 500.000 euros en la época de bonanza económica.
La crisis ha rebajado considerablemente los precios y la ostentosidad, pero las ideas siguen aflorando y se han recuperado elementos tradicionales que se habían perdido durante la última década. Este último año ha sido la Plaza del Pilar la que se ha alzado con el primer premio. Esta y otras fallas importantes, como la Merced, tienen la particularidad de ser plantadas en espacios muy pequeños, por lo que el marco es incomparable. Grandes joyas en pequeños recipientes.
Decenas de ninots -palabra que significa “muñeco” en el idioma valenciano- conforman la falla. Los más pequeños rodean al ninot principal, el que centra la atención del espectador y transmite el mensaje fundamental del monumento.
Valencia en fallas, una fiesta que nunca para
Pero la festividad de las fallas no tiene solo complejas estructuras coloridas y sarcásticas. Durante toda la semana, la música, el ruido y el fuego se suman a la fiesta. Mucha gente, incluso niños y desde bien pequeños, tiran petardos a todas horas. El soundtrack se encargan de ponerlo los centenares de bandas de música, procedentes de todos los pueblos valencianos, que desfilan por Valencia acompañando a las comisiones. La gran y rica tradición musical de la Comunidad Valenciana hace que todos los años se junten los mejores músicos de la región para disfrutar tocando música festera para animar a todo el que pasea por las calles de la capital. Algo así como un New Orleans valenciano.
Y todo sin olvidar las mascletás y los castillos. Desde el día 1 de marzo y hasta el 19, a las 2 de la tarde y en la Plaza del Ayuntamiento, se vive uno de los rituales más únicos de las fallas, las mascletás. Una mascletà consiste en colocar los máximos artefactos pirotécnicos posibles dentro de un recinto cerrado y explotarlos controladamente para conseguir un efecto atronador. El resultado son más de 100 decibelios cada segundo, el suelo temblando, mucha gente tapándose los oídos e infinidad de aplausos al final. La experiencia es única… Y repetible, ya que cada año se disparan 19 mascletás.
Pero si hay una noche especial por excelencia, esa es la Nit del Foc -”Noche del Fuego”-. Sobre el antiguo cauce del río Turia, un castillo de fuegos artificiales de media hora deleita a todos los valencianos y turistas en la penúltima noche de fallas, el día 18-. Es la previa de la última gran fiesta. Millares de personas se entregan a una ciudad que enamora y que en sus calles esconde muchos rincones para beber, reírse y disfrutar hasta que sale el sol. Cuando amanece el día 19, solo queda la cremà -quemada-. Cae la noche, se prende el fuego a todos los monumentos. Así, para decirle adiós a lo viejo y cambiarlo por algo mejor. Justo ahí empiezan las fallas del año siguiente y miles de valencianos las prepararán con esmero. Quien ha ido por primera vez, repetirá.