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Salir del nido no es tan fácil
Miguel Palazón Percles · quarta, 5 de dezembro de 2012 · @@y8Xxv El profesor Luis Maia y algunos alumnos Erasmus reflexionan acerca de las dificultades de emanciparse y vivir a cientos de quilómetros de casa. A tanta distancia de los padres y de los amigos de siempre y viviendo en otro país, los estudiantes conocen las dos caras de la independencia y aprenden a gestionar su vida sin la proximidad de sus seres queridos. |
Estudiantes en una de las cocinas de la residencia Pedro Álvares Cabral. |
21960 visitas “La comida hecha por tus padres y la comodidad de no preocuparse por tener la ropa limpia y planchada”. Esta es la primera respuesta de dos alumnos españoles residentes este año en Portugal, Arantxa Vega y Nacho Mateo, cuando se les pregunta qué es lo que más echan en falta al vivir lejos de casa. Eso sí, a continuación y tras un momento de reflexión, reconocen que “a los amigos y a las personas con las que más roce se tiene también se les echa mucho de menos”. Además, siendo un estudiante Erasmus las dificultades pueden ser mayores por vivir en un país distinto, con una lengua y unas costumbres diferentes. “A la cultura te adaptas. Quizá las mayores dificultades vengan de cosas tan sencillas como sacar dinero en un banco, que a veces se convierte en una odisea por problemas de compatibilidad de tarjetas de crédito y cajeros automáticos”, reflexiona Nacho Mateo. Para otro estudiante español, Rafael Bellido “el idioma es un problema a la hora de entenderse en clase, sobre todo para mí, que me cuesta aprender una lengua nueva”. “Normalmente los estudiantes emancipados se olvidan de cómo estarán sobrellevando su ausencia sus padres”, asegura el psicólogo y profesor de la Universidade da Beira Interior (UBI) Luis Maia. “Son ellos, los padres, los primeros que sobreviven a la marcha de sus hijos”, explica el docente, que basa su argumento en su propia historia: “nací en una de las familias más pobres de mi aldea en Brasil, me puse a trabajar a los 14 años y a los 17 vine a Portugal, a Minho, a estudiar una carrera: todo mi equipaje era una muda y me vine solo. Imaginad el miedo en toda mi familia”. Por ello, para Maia, es importante que los jóvenes, además de disfrutar sus primeros años de experiencia como personas independientes, los valoren en su justa medida, porque “mantener a un hijo fuera cuesta mucho”, asegura el psicólogo. En este sentido, Rafael Bellido, explica que para ayudar a sus progenitores a mantenerle estudiando fuera de casa ha tenido que sacrificar sus vacaciones de verano y trabajar en empleos dispares: “he trabajado repartiendo dulces y mantecados en una furgoneta, de profesor particular, de camarero y en un cine de verano para poder pagarme yo mismo la matrícula y que mis padres solo tuvieran que encargarse del alquiler cuando estudiaba en España y de la residencia donde vivo aquí”. El profesor Maia insiste en que los alumnos deben aprovechar de forma positiva la “experiencia vital” que supone emanciparse y pide a los alumnos que “le den la importancia que tiene, tanto a nivel económico como emocional, y tanto desde su punto de vista como el de los seres queridos que dejan a cientos de quilómetros”. |